Domingo angurriento

No tengo nada,
en mis manos.
Todo lo que toco,
me quema.

Se me apagan,
los colores
que formé.

Me quiero gritar.

En el medio de mí,
no hay nadie.
Yo no estoy.

Estoy negociando
con mis propios días
para que me den
un poco de sol.



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