Sentir

Camino uno, dos, tres, diez pasos. Y me detengo. Mi sobretodo no me abriga. Creo que sobre el no hay nada, o no hay mucho. O quizas tengo frío porque estoy jugueteando en los jardines del viento. Donde el frío te da una paliza de esas que te hacen sentir. Y de tanto sentir se te duerme el cuerpo. Se te enfrían los dedos, se te hace pálida la piel. Y sigo caminando. Unos pasos más y veo un árbol, que me mira tan quieto que siento que tirita de frío pero no lo quiere demostrar. Y sus raices bailan para no congelarse. Siempre dije que caminar era lindo. Simplemente por caminar, sin esperar llegar a ningún lado. Sin buscarle ningún fin a esa caminata. Donde los pies se mueven para todos lados, y sin darte cuenta terminas bajo la inercia del movimieno salpicando tu cuerpo como si fuese una gota que se quiere hacer mar. Y en esa caminata, me doy cuenta de que existo. Y siento que caminar es darles un par de pies a la libertad. Y me doy cuenta que siempre camino igual. ¡que aburrido! Entonces comienzo a hacer zig zag, a caminar con un pie . Pruebo diferentes direcciones. Y me hago menos distancia de mi misma.  Y eso me despierta un poquito mas,  porque soy la misma persona pero a veces me siento diferente. Esa es la gracia de la vida. Sentirse. Y no sentirse siempre igual. Sentirse diferente. Sentir diferente. Y sentirse aún cuando caminás. Hacer de ese automatismo una sensación conciente. De repente siento un tropezón. Y sale una mueca rara de mi cara. Me transformo en una sonrisa extraña. Una sonrisa que camina y aprende a caminar. Otra vez mi sonambulismo no me deja dormir.¡ Me pide a gritos que despierte!  Realmente lo hago. Agarro mi abrigo y me voy a caminarle a la mañana. Voy en diferentes formas. Me estiro un poco y le hago zig zag a mi día. Lo llevo para todos lados. Y dejo de caminar dormida para mostrarle a mis ojos que caminar despierto tiene otra sensación. Y esa sensación se llama vida.

Los sueños sirven para enseñarnos cosas nuevas, e implementarlas en nuestro despertar.