Ser niños siempre

 Una gran parte de crecer es de repente darnos cuenta que siempre vamos a ser niños.

Que siempre vamos a necesitar un abrazo maternal o paternal, un sostén, un abrazo contenedor.
Cuanto mas pasan los años, menos entendemos las cosas. Pero en ese mismo no entender, más comprendemos.
Cuanto mas crecemos, mas necesitamos jugar. patalear, gritar, mirarnos a los ojos y acariciarnos suave.
Y al seguir creciendo siempre vamos a necesitar llorar para sacarlo todo afuera, para duelar el crecimiento. Así como de niños llorabamos abrazados a un muñeco, ahora lo hacemos quizás, apretujando nuestra almohada.. Y eso nos hace dar cuenta que ser grande nos lleva siempre de nuevo a sentirnos como niños.
Somos niños siempre, con magia guardada para desparramar por todas partes, si la sabemos aprovechar.
Somos niños con la vulnerabilidad bajo nuestro traje de fortaleza.
Si hay algo que nos hace crecer todos los días, es no perder la chispa lúdica y creativa. Es aflojar el cuerpo para abrazar sin miedo. Es hacer una locura humana que revitalice desde la cabeza hasta la punta de los pies.
Es llorar entregado a los brazos de cualquier verdad.
Es hacerle un berrinche a la vida para seguir latiendo siempre de la manera más cálida que podamos tener.

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