Mi domingo por la tarde



A mí se me detiene el mundo, un Domingo por la tarde.
 Aparecen todas las personas resonando en la mente, pero nadie está.
El vacío te agarra de las manos y te hace bailar.
El Domingo por la tarde, está encajado en recuerdos rotos, risas borradas, ruidos chistosos.
El tiempo se hace de madera, está duro y congelado.
Un domingo por la tarde dando vueltas en la vida del Invierno, es el día que la melancolía brota por todos lados, y con solo mirar el cielo puede aparecer la inspiración.
Que diferentes que son los Domingos. Son arrugados, fríbolos.
Si se sale a algún lado, la cotidianidad se deforma, el tiempo se invisibiliza y uno va de un lado a otro, como si estuviese enredado en otra vida, en otra sintonía. El frío te seca la boca, el viento te empuja el alma un poco más, no ves la hora de llegar a un lugar calentito y sentarte a mirar el Domingo, bajo un techo que calme la desnudez que te quiere congelar.
Hasta que cae la noche y uno cae junto a la noche, encarnandose nuevamente en lo común de todos los días. Lunes, Martes.. Y así siempre-
Si no se sale a ningún lado, los pensamientos aturden hasta ataladrarte el alma y dejarte postrado al lado de una estufa, con un té, y de vez en cuando, una sonrisa asomandose.

Mientras haya una sonrisa dando vueltas los Domingos, yo también daré vueltas hasta marearme cada vez más, y esperaré a que el Lunes me agarre de la manos para salir a la vida.

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