No lo sé
No sé que me lleva a esto,
Pero..
A veces las cosas no quieren salir. Porque cuando salen explotan. Entonces se quedan acurrucadas dentro del camino. En un refugio de miel. Pegajoso. Dándole la espalda al sol. Deambulando la mirada para todos lados sin saber ir. Sin saber ser. Sin animarse a mirar más allá de sus ojos. Sin escuchar la mirada. Sin rasgarse todo lo que puede llegar a aparecer. A veces uno se encuentra frente a la propia piel en carne y hueso. Y no puede tocar su pertenencia. Porque las escamas no la dejan acariciarse. A veces lo estático se hace movimiento, y el movimiento otras veces se hace estático. En un segundo. En una decisión. Por una palabra. A veces, las cosas se transforman en calma. Pero la calma da miedo. La calma no calma.. A veces nuestros propios pies se quedan escondidos tras un par de zapatos viejos. Sin animarse a caminar descalzos. Porque los zapatos aprietan. Y caminar descalzo a veces duele. A veces podemos transformar, incluso, nuestros propios pies en alas.Y desgarrarnos al volar. Aunque tambaliemos en el aire. Pero cuesta mantener los pies en el medio de la nada. Animarse a dar una vuelta entre los miedos. Y aceptar que la turbulencia es parte de la propia vida. A veces, se nos enroscan las alas. Y los pies se transforman en esas primeras caminatas. Donde dar un paso era todo un logro. Donde garabatear era un arte. Donde balbucear no era una expresión partida. Donde nuestros pies andaban descalzos de aquí para allá. Perforándose del frío. Caminando libre. Con caminatas tambaleantes que nos enseñaban a darnos cuenta que si no nos movemos, sólo vamos a ver siempre el mismo paisaje.
Pero..
A veces las cosas no quieren salir. Porque cuando salen explotan. Entonces se quedan acurrucadas dentro del camino. En un refugio de miel. Pegajoso. Dándole la espalda al sol. Deambulando la mirada para todos lados sin saber ir. Sin saber ser. Sin animarse a mirar más allá de sus ojos. Sin escuchar la mirada. Sin rasgarse todo lo que puede llegar a aparecer. A veces uno se encuentra frente a la propia piel en carne y hueso. Y no puede tocar su pertenencia. Porque las escamas no la dejan acariciarse. A veces lo estático se hace movimiento, y el movimiento otras veces se hace estático. En un segundo. En una decisión. Por una palabra. A veces, las cosas se transforman en calma. Pero la calma da miedo. La calma no calma.. A veces nuestros propios pies se quedan escondidos tras un par de zapatos viejos. Sin animarse a caminar descalzos. Porque los zapatos aprietan. Y caminar descalzo a veces duele. A veces podemos transformar, incluso, nuestros propios pies en alas.Y desgarrarnos al volar. Aunque tambaliemos en el aire. Pero cuesta mantener los pies en el medio de la nada. Animarse a dar una vuelta entre los miedos. Y aceptar que la turbulencia es parte de la propia vida. A veces, se nos enroscan las alas. Y los pies se transforman en esas primeras caminatas. Donde dar un paso era todo un logro. Donde garabatear era un arte. Donde balbucear no era una expresión partida. Donde nuestros pies andaban descalzos de aquí para allá. Perforándose del frío. Caminando libre. Con caminatas tambaleantes que nos enseñaban a darnos cuenta que si no nos movemos, sólo vamos a ver siempre el mismo paisaje.
Muy bueno, Nadu...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo. :-)