El vacío, una señal de alarma


Reflexión sobre el vacío: Una señal de alarma


Estamos sumergidos en un mundo donde la infinidad de las cosas giran a nuestro alrededor, y aún así, por más que nuestro alrededor gire impregnado cada vez más de experiencias nuevas, nunca nos sentimos colmados. Porque las cosas pueden girar y girar alrededor nuestro pero no las podemos captar. Se nos escapan de las manos o son como frases de un libro que no nos dejan nada. Hay veces en las cuales nuestro cuerpo nos manda señal de pesadez. Y es cuando un vacío se acurruca en nuestra piel. ¿Qué es el vacío? Nada más que un espacio. Es un hueco abandonado esperando por ser habitado . El vacío es un deseo bloqueado. Hay personas que suelen tener cotidianamente esta sensación de vacío en sus cuerpos. Y lo alimentan aún más. Profundizan ese agujero hasta sumergirse en él. Lo ven como un espacio cerrado y no como una apertura. Porque el deseo no sabe como ser llenado. Pero el lugar está allí, libre, esperando que algo de ese alrededor sea capturado por la persona y se anime a habitarlo. Es paradójico sentir que cuando uno más vacío se siente, la pesadez aumenta.
Vacío siempre hay, por suerte. Ya que el ser humano nunca se siente pleno. Siempre hay pequeñas perforaciones. Siempre hay un "pero". Porque si nos sintiesemos colmados no tendríamos más lugar dentro nuestro para incorporar todo lo nuevo que está por venir. Nunca estamos plenos. La plenitud es un estado engañoso que cierra la posibilidad de nuevos encuentros. Y el vacío, por el contrario, es una señal de alarma a nuestro deseo avisándonos que dentro nuestro hay un lugar que se quiere llenar. El vacío es un hueco intentando ser colmado por cosas nuevas. Sepamos estar atento ante esta sensación, y redescubrir nuestro vacío interno. Que no es más que un agujerito sin fin, por suerte, que nos informa que estamos rodeados de infinidad de cosas a nuestro alrededor para poder incorporar. Es increíble como se entretejen las contradicciones en este mundo, el vacío no es un vacío sino que es un espacio. Y cuando más lleno está uno, más liviano se siente. ¿Paradójico, verdad? Así es la vida.

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