Estatua viviente



Alegoría de la estatua
Yo estaba sentada, sobre el borde de una fuente ruidosa, cuando me sorprendí al ver algo.
Era una estatua quebrada, que sólo consevaba enteras sus manos.
La miré disimuladamente con pena, y de repente una voz salió de ella.
Ya no puedo sostenerme más, me dijo. Tengo mis piernas molidas, mi boca habla por la mitad, mi mirada perdió colores, y sólo escucho lo que puedo escuchar. Mis manos están sosteniendo mis dos piernas de yeso que no saben caminar más. Y me pesan. Me pesa tener en mis manos mi propio camino y no poder avanzar.
Voy a terminar rompiendome lo poco que tengo, mis débiles brazos.
No puedo sostener más nada, necesito algo entero que me sostenga a mí y me ayude a reconstruir todo mi ser. ¡Ni siquiera puedo caminar!, ya que mis piernas no están en su lugar. Esta fuente ya no me inspira. Necesito irme, pero no puedo moverme.
¡No sé como arreglarme! , vine a buscar ayuda, ¿Tendrás algún pegamento, alguna herramienta, alguna parte tuya que te sobre para unirla a mí? Soy una estatua viviente
A lo que yo le respondí.
No eres una estatua viviente. Las estatuas no tienen vitalidad, porque no tienen movimiento, sólo existencia. Eres una estatua existencial. Sólo existes, no estás viviendo. ¿Quieres vivir? Si yo te doy un pegamento, el pegamento sólo te hará unir las partes rotas pero te dejará inmóvil, ya no las podrás usar más.
¿De que te sirve? Sí.. realmente tengo partes propias para darte, algunas que no me gustan, pero no servirá de nada entregártelas ya que no encajarán con vos. Yo soy humana, vos, una estatua . No puedo darte piel donde se necesita piedra.
¿ De qué te sirve cargarte con cosas que no encajan con lo que sos? ¿Herramientas? Lo único que lograría si te diese una herramienta es desarmarte más.
La estatua me respondió. Lo único que te pido es que me arregles mis piernas para poder avanzar.
Entonces agarré sus piernas que estaban sostenidas por sus manos y se las coloqué suavemente en su lugar.
Sus manos comenzaron a tomar nuevamente color, comenzó a agarrar todo aquello de su alrededor que anteriormente estaba presa de tener. Y al empezar a moverse, hacia otras fuentes comenzaron a resurgirle las palabras, los colores en su mirada. Sus piedras se transformaron en piel, y comenzó a descascararse.
Adentro de sus durezas, comenzaron a brotarle lágrimas, y comenzó a llorar. A llorar, y su fuente de agua era alimentada por sus propios sollozos.

Se sentía liviana y aquella estatua de la plaza, dejó de ser estatua existencial para convertirse en una estatua viviente. Aprendió a salpicarse adentro se su fuente.
Cada vez que alguien se acercaba, hacia los más suaves movimientos que la hicieron volver a la vida.
"A veces es necesario que te ayuden a reconstruir tus propias piernas, para poder avanzar verdaderamente"

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