¿Qué es el silencio?
¿Qué es el silencio?
El silencio no es lo opuesto a la palabra. Es un complemento.
A veces es el abuso de la palabra, quien deja de decir y termina siendo partícipe de la envoltura del vacío, y el silencio, en cambio, es quien toma las riendas de la expresión.
Hay silencios que tocan el sentir, Y hay palabras que distancian el sentir.
El silencio es quien dice de una forma más pura aquello que la palabra no puede definir. Es esa pausa necesaria, que nos permite hablar desde el suspiro, desde la respiración.
El silencio tiene rasgos, aún más profundos que la palabra. El silencio habla de un más allá.
Los silencios nos muestran un escenario de expresión, en donde la palabra ya no puede describir más. Porque no alcanza. Es ahí, cuando una palabra innombrable se transforma en silencio.
El silencio es una manera de hacer contacto con la sensibilidad, sin palpar las palabras.
Es otra forma de expresar distintas dimensiones de la existencia. Es una manera de vincularnos con nosotros mismos y con los demás.
El silencio es necesario.
¿Qué sería de la vida sin él?
Es tan necesario que sin él las palabras se sentirían agarrotadas por no respirar. El discurso se transformaría en un sonido simbiótico sin intermediarios.
Porque entre palabra y palabra se necesita un tiempo.
Y éste es el silencio.
El silencio es el suspiro que necesita la palabra, para resignificar, reelaborarse, para escucharse.
El silencio es esa pausa necesaria en el discurso de nosotros mismos, para procesar los murmullos recien escuchados.
Hay silencios de vacio, pero hay algunos que son de desborde. Silencios llenos. Silencios cargados. Silencios que sobrepasan el sentido de todas las palabras que no se pueden decir.
Son los silencios que están faltos de palabras. Y están faltos, porque el desborde de ellas generó un espacio, en donde el silencio reúne toda la sensibilidad de ese querer decir.
Silencios que nos dicen sin hablar, que nos miran. Que nos escuchan..
Silencios que sobrepasan el sentido de lo que pudiese expresar la palabra. Abren un campo de expresión distinto, nítido, curioso, misterioso, pero más real. Porque la palabra puede enmarcar, puede desteñir, puede decorar el sentir.
La palabra puede simbolizar nuestro sentir pero.. Al simbolizarlo, algo se pierde. Ese símbolo está cortando el sentir. Lo está quebrajando. Hace brecha entre la expresión y nuestro interior. Lo enmarca ahí, lo define. La palabra deja al sentir sin movimiento.
Muchas veces el silencio abre una dimensión de posibilidad de contacto con aquellos sonidos crudos que están apareciendo adentro.
Porque hay palabras que no se pueden escribir. Hay cosas que realmente no se pueden decir, porque quizás son traumáticas o simplemente pre-verbales, que no tienen lugar para inscribirse en otro lado más que en el silencio.
Porque solo se dicen con respiraciones, con sensaciones. Y es el silencio, quien nos habla de ese agujero.
¿Qué se hace cuando nos encontramos con ese silencio, desnudo?
¿Con ese espacio en blanco?
Quizás, empezarnos a escuchar a flor de piel.
Sacarle las cáscaras a las palabras. Dejarlas a un lado. Mirarse en el silencio. Y así sentir sus ruidos..
El silencio no es lo opuesto a la palabra. Es un complemento.
A veces es el abuso de la palabra, quien deja de decir y termina siendo partícipe de la envoltura del vacío, y el silencio, en cambio, es quien toma las riendas de la expresión.
Hay silencios que tocan el sentir, Y hay palabras que distancian el sentir.
El silencio es quien dice de una forma más pura aquello que la palabra no puede definir. Es esa pausa necesaria, que nos permite hablar desde el suspiro, desde la respiración.
El silencio tiene rasgos, aún más profundos que la palabra. El silencio habla de un más allá.
Los silencios nos muestran un escenario de expresión, en donde la palabra ya no puede describir más. Porque no alcanza. Es ahí, cuando una palabra innombrable se transforma en silencio.
El silencio es una manera de hacer contacto con la sensibilidad, sin palpar las palabras.
Es otra forma de expresar distintas dimensiones de la existencia. Es una manera de vincularnos con nosotros mismos y con los demás.
El silencio es necesario.
¿Qué sería de la vida sin él?
Es tan necesario que sin él las palabras se sentirían agarrotadas por no respirar. El discurso se transformaría en un sonido simbiótico sin intermediarios.
Porque entre palabra y palabra se necesita un tiempo.
Y éste es el silencio.
El silencio es el suspiro que necesita la palabra, para resignificar, reelaborarse, para escucharse.
El silencio es esa pausa necesaria en el discurso de nosotros mismos, para procesar los murmullos recien escuchados.
Hay silencios de vacio, pero hay algunos que son de desborde. Silencios llenos. Silencios cargados. Silencios que sobrepasan el sentido de todas las palabras que no se pueden decir.
Son los silencios que están faltos de palabras. Y están faltos, porque el desborde de ellas generó un espacio, en donde el silencio reúne toda la sensibilidad de ese querer decir.
Silencios que nos dicen sin hablar, que nos miran. Que nos escuchan..
Silencios que sobrepasan el sentido de lo que pudiese expresar la palabra. Abren un campo de expresión distinto, nítido, curioso, misterioso, pero más real. Porque la palabra puede enmarcar, puede desteñir, puede decorar el sentir.
La palabra puede simbolizar nuestro sentir pero.. Al simbolizarlo, algo se pierde. Ese símbolo está cortando el sentir. Lo está quebrajando. Hace brecha entre la expresión y nuestro interior. Lo enmarca ahí, lo define. La palabra deja al sentir sin movimiento.
Muchas veces el silencio abre una dimensión de posibilidad de contacto con aquellos sonidos crudos que están apareciendo adentro.
Porque hay palabras que no se pueden escribir. Hay cosas que realmente no se pueden decir, porque quizás son traumáticas o simplemente pre-verbales, que no tienen lugar para inscribirse en otro lado más que en el silencio.
Porque solo se dicen con respiraciones, con sensaciones. Y es el silencio, quien nos habla de ese agujero.
¿Qué se hace cuando nos encontramos con ese silencio, desnudo?
¿Con ese espacio en blanco?
Quizás, empezarnos a escuchar a flor de piel.
Sacarle las cáscaras a las palabras. Dejarlas a un lado. Mirarse en el silencio. Y así sentir sus ruidos..
Comentarios
Publicar un comentario